RECRISTALIZACIÓN
La recristalización es una técnica utilizada
para purificar compuestos sólidos. Durante la recristalización, un compuesto
sólido impuro se disuelve en un líquido caliente hasta que la solución está
saturada, y entonces el líquido se deja enfriar. el compuesto entonces debe
formar cristales relativamente puros ya que idealmente, las impurezas que están
presentes se mantendrán en la solución y no se incorporarán a los cristales
crecientes.
Los cristales
pueden eliminarse luego de la solución por filtración. No todo el compuesto es
recuperable, algunos permanecerán en la solución y se perderán. La recristalización no es considerada como una
técnica de separación; por el contrario, es una técnica de purificación en el
que se elimina una pequeña cantidad de una impureza de un compuesto. Sin
embargo, si las propiedades de solubilidad de dos compuestos son lo
suficientemente diferentes, la recristalización puede utilizarse para
separarlas, aunque están presentes en cantidades casi iguales. Recristalización
funciona mejor cuando la mayoría de las impurezas ya se han quitado por otro
método, como extracción o columna cromatografía.
Es la técnica más simple y
eficaz para purificar compuestos orgánicos sólidos. Consiste en la disolución
de un sólido impuro en la menor cantidad posible del disolvente adecuado en
caliente. En estas condiciones se genera una disolución saturada que al enfriar
se sobresatura produciéndose la cristalización. El proceso de cristalización es
un proceso dinámico, de manera que las moléculas que están en la disolución
están en equilibrio con las que forman parte de la red cristalina. El elevado
grado de ordenación de una red cristalina excluye la participación de impurezas
en la misma. Para ello, es conveniente que el proceso de enfriamiento se
produzca lentamente de forma que los cristales se formen poco a poco y el lento
crecimiento de la red cristalina excluya las impurezas. Si el enfriamiento de
la disolución es muy rápido las impurezas pueden quedar atrapadas en la red
cristalina.
Para la elección de un
disolvente de cristalización la regla “lo semejante
disuelve a lo semejante” suele ser muy útil. Los disolventes más usados,
en orden de polaridad creciente son el éter de petróleo, cloroformo, acetona,
acetato de etilo, etanol y agua. Es mejor utilizar un disolvente con un punto
de ebullición que sobrepase los 60°C, pero que a su vez sea por lo menos 10°C
más bajo que el punto de fusión del sólido que se desea cristalizar. En muchos
casos se necesita usar una mezcla de disolventes y conviene probar diferentes
mezclas para encontrar aquella que proporciona la cristalización más efectiva.
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